El capítulo se llama The Doorway: un portal, una puerta, una ventana, un puente.
Finally you go through one of these things, you realize that’s all there are: doors, and windows, and bridges and gates. And they all open the same way. And they all close behind you. Look, life is supposed to be a path, and you go along, and these things happen to you, and they’re supposed to change your direction. But it turns out that’s not true. Turns out the experiences are nothing. They’re just some pennies you pick up off the floor, stick in your pocket. You’re just going in a straight line to You Know Where.
Roger
Hay dos clases de muerte en este episodio: la que sucedió de manera natural y transcurre en la paz y la tranquilidad, una muerte casi-casi zen, como colofón de una larga vida, privilegiada y aparentemente llena de amor (si bien, como sucede a menudo, este amor corría en una sola vía). La otra muerte es mucho más angustiante, a la manera de los rusos: es la muerte temida, la muerte que es a la vez una certeza (todos moriremos) y un temor anidado en lo más humano y vulnerable (y también: primitivo). Tolstoi escribió, en La muerte de Iván Ilich:
Antes había luz aquí y ahora hay tinieblas. Yo estaba aquí, y ahora voy allá. ¿A dónde? (..) Cuando yo ya no exista, ¿qué habrá? No habrá nada. Entonces ¿dónde estaré cuando ya no exista?
Cuando Don da su pitch, The jumping off point, con la imagen de la ropa tirada en la arena -que además está en grises, tonalidad mortuoria de por sí-, sentí escalofríos: era tan evidentemente una referencia al suicidio que lo más sorprendente era el hecho de que Don no pudiera verlo y que, al presentarlo, volviera tan transparente un deseo (pero no deseo, tal vez idea, tal vez intuición) que Hawaii le despertó: la muerte.
Don, de pie frente a su ventana, recto, inmóvil, lo que mira es el mar que a él lo alivia (edificios, el caos de la ciudad); por eso escucha el océano. Pero es otra cosa también: un abismo. Del otro lado sólo es posible la muerte. Se lo revela al doorman que atravesó también una puerta -la última puerta- y regresó a la vida: escuchaba el océano. Don estaba muriendo en ese momento. Don está muriendo.
(Pero todos morimos. Todos estamos muriendo mientras vivimos. Cada día vivido es uno menos a la cuenta final. Es esa muerte pero, también otra, más específica.)
Regreso entonces a la escena con el fotógrafo y el encendedor. Don lee con atención una frase que parece anodina: In life, we often have to do things that are just not our bag. Y después, el fotógrafo le dice: just be yourself. Hay, obviamente, una reflexión (más bien, una iluminación repentina, un Eureka personal) en ese momento. Empieza a acariciar una idea, o a asumirla: Don Draper no es Don Draper. Don Draper es Dick Whitman.
Recuerdo en la memoria defectuosa de las lecturas digitales, algunas entrevistas con Weiner que sugieren que Don podría dejar la publicidad. Aunque es algo que claramente ama, o que amó en algún momento, siempre está latente la posibilidad de que abandone su profesión. Y no sólo eso: que abandone su vida, la vida de Don Draper, que no está en su saco. Megan, la firma, el departamento: no son su responsabilidad. Son la vida de Don Draper. Y él, como hombre (como hombre anónimo, como héroe anónimo), ha sabido renacer, ha escogido qué tipo de vida vivir.
En esta vida (pero seguramente en la siguiente también) está distanciado del mundo. Por eso en Hawaii no habla. Está ausente. Y mira esta vida a través de un cristal, o en un cuadro: algo bello y feliz, pero distante.
A diferencia de Megan, que en su juventud puede seguir atravesando puertas, cada vez más luminosas (al menos en su promesa):
Megan tiene la vida por delante mientras que Don, de espaldas, mira la muerte.
¿Qué piensa Don Draper? Siempre me ha intrigado. La imagen es poderosa porque él está de espaldas, su rostro no se ve. ¿Cuál es el gesto, cuál es la determinación? Don es inaccesible. Don es el hombre sin rostro de los créditos, cayendo por un precipicio. En su separación del mundo está la soledad, la convicción de que el hombre nace y muere solo. Esto, que él ha rumiado a lo largo de los años, se hace más evidente porque, en verdad, resulta que se ha quedado solo: Peggy era la última persona que realmente lo conocía y ahora no está (tampoco Adam, tampoco Anna). Megan no lo conoce. No parece importante, nadie lo menciona, pero es Navidad y no ve a sus hijos. Llega borracho al funeral de la madre de Roger y vomita cuando atisba un vínculo del que carece: Roger no sólo tiene una familia sino un linaje con toda clase de símbolos y tradiciones (las aguas del Jordán en que fueron bautizados él y su hija) y además fue amado con ese amor filial e incondicional que Don, sencillamente, no conoce.
¿Qué queda, entonces? Ah, la búsqueda, cada vez con menos posibilidades. Don ha agotado muchas. Ha alcanzado tantos picos, con el trabajo y la pasión, con el dinero y el reconocimiento, con las mujeres y la familia (sus hijos, que intentó proteger al casarse con Megan), que más bien las cosas van a la inversa: vas perdiéndolo todo hasta morir solo.
And now I know that all I’m going to be doing from here on is losing everything.
Anecdotario mortuorio de The Doorway:
Y Don mientras lee:
Midway through our life’s journey I went astray from the straight road and awoke to find myself alone in a dark wood.
Ya te había dicho que la primera parte del capítulo no me prendió pero empezó a emocionarme desde la presentación del cartel, el de la ropa gris que remite al suicidio. Y ahí empezó a hacerme sentido, claro, por el tema de la muerte, pero también me hacía pensar que era el primer momento en que Don usaba la publicidad para una expresión personal y genuina. Por eso los clientes, aunque rechazan la propuesta, no son particularmente agresivos. Todos están extrañados. Acaban de descubrir lo más íntimo de una persona: cómo ha traducidio su experiencia de un viaje oscuro y solitario a un sitio que el cliché lo pedía soleado, exótico. Hay otro momento que me inquieta, la presentación en el carrusel de diapositivas del viaje, porque se relaciona con el final de la primera temporada, cuando Don hace lo mismo en la oficina y les presenta fotografías de su familia: Betty, los hijos, la calidez de la compañía. Y ahora tiene a una mujer espectacularmente hermosa con quien juntos lucen muy bien… pero con quien a leguas se nota que no hay más química que el atractivo físico
La historia de Betty tampoco tiene pierde, hay que revisar la Pastoral americana de Philip Roth para encontrarse con una escena similar sobrecogedora, en la que el protagonista de la novela va a buscar a su hija fugitiva y la encuentra convertida en una pordiosera por su afán de seguir una ideología libertaria. Peggy cumple con el pequeño cuento en el que toma la estafeta de Don y resuelve problemas creativos de manera semejante a él (el gesto de Peggy cuando encuentra su idea es muy semejante a los de Don cuando resuelve sus proyectos, sobre todo al principio de la serie). Y sí, la serie apunta a ser muy oscura. La nueva amante de Don, ¿qué tan influyente será? Ella le prestó el libro de Dante…
Sí, eso que dices es muy hermoso. Que rara la vez se puede atisbar al hombre dentro de Don a través de su trabajo. Pero eso es lo interesante e inquietante de la idea: una, que no se diera cuenta de que habla claramente del suicido o dos, que en verdad NO estuviera hablando del suicidio. Que, para él, el renacimiento significa el abandono. Las prendas de oficina en la orilla de la arena. Por eso creo que se juega con dos posibilidades: una, que Don abandone su vida como Don, volviendo a ser Dick, o buscándose otra nueva; o dos, que en verdad tenga el deseo de morir. Ambas me parecen cabronas. La pulsión de muerte me parecería más elevada, más existencialista y más de mi gusto (#DARKS).
Todo lo de Betty hay que comentarlo. No he leído Pastoral americana, pero sí he leído a Roth, y claro, tiene sentido. Peggy ps básicamente es Don. La nueva amante ME ENCANTA. Did you read my Danteeeei?
Te encanta porque es la de Freaks and Geeks jojojo.
La nueva amante es una cosa interesante. Don no se buscó a una más guapa o joven. Y eso da cuenta de lo que le falta con Megan.
Fanatic@s!
A mí me enseñaron a ver a la muerte como un número y lo más certero de todo. Y sí, como vos decís todos nos vamos a morir. Y es la única certeza que tenemos.
Yo veo entonces en este primer episodio, lleno de preciosismo más que otros. [Las transiciones están de no tenés mamá], que es un gran primer preámbulo (que viene del último capítulo de 5ta donde quedaron muchas cosas sueltas): y difícil o fácil nos los junta por la muerte a través de ejes generacionales.
Siempre hay tres generaciones (o cuatro o cinco o seis, pero las principales son tres). Roger, Don-Betty-Joan y Peggy-Campbell-y todos los demás. Ver por eso a Peggy haciéndola de Don, a Don vomitando como Roger, es la estafeta atroz.
Roger es siempre el personaje de los insights. Primero es el que ha estado más cerca de morirse. El del viaje del LSD. Y no, el que se quiebre por la muerte del zapatero, no es sólo hermoso. Es que es la muerte inesperada y desconocida la que da miedo.
Don, pienso está adelantado. Peggy se inmuta pero no tanto con la historia de las orejas en Viet Cong. La muerte es natural, es más cercana para esa generación que ve Vietnam y está viviendo y en una NY más oscura. Por eso cuando cuando le pregunta al otro (peludo que se me va el nombre) que si él ve eso, y él le dice que por eso es tan bueno. Entonces y como siempre, yo veo atrapado no sólo a Don por ser Dick, sino porque no queda en su generación.
¿Cómo juntás a tanta gente generacional distinta? Pues porque están viviendo un momento histórico. La publicidad se está volviendo sucia. [Don hablando que no usen la palabra amor cuando llega el doctor y se veía venir desde el Jaguar]. Y eso, con que Don se está encontrando con cosas que quería decir que no sabía. Mi pregunta es si Peggy podrá salir avanti y creo que quizás sí y por eso nos la sacaron de SCPD.
Mis cinco pesos y yo debería estar yéndome al colegio.
Claro, hay esta teoría de que todos se van convirtiendo en el siguiente: Peggy en Don, Don en Roger, ¿Roger en Bert Cooper? Y lo que más me gustaba de las anteriores temporadas era lo obsoleto que Don se iba haciendo progresivamente, cada vez más anticuado y chapado a la antigua, con todas sus implicaciones (negativas, incluso, como que no tolerara la homosexualidad de Salvatore). Nada más hay que recordarlo en el concierto de los Rolling Stones, de traje, todo ofuscado por la imprudencia de los chavales. Y creo que ahorita ya hasta se rindió, ya ni siquiera intenta encajar: el güey seguirá con su traje al ombligo, pantalones rectos cincuenteros, sin patillas, pelo engominado. Ya le da igual (ve cómo nomás hace caras cuando ve a los copies pachequeando). Me gusta lo que ambos dicen. Don transluciendo lo que lo atormenta a través de su creatividad.
Oye, claro que me encanta la Cardellini por ser Lindsay de Freaks & Geeks. Aparte, el personaje es ya una doña (madre de un chico de universidad), respetable y culta. A huevo.
Me quedé en esa frase de Roger y aun no veo el resto del capítulo. Desde entonces no deja de darme vueltas en la cabeza, es increíble.
¿Significa esto que ya nos vamos a reunir aqui todas las semanas a platicar del capítulo en turno? Conste, porque es una responsabilidad 🙂
Concuerdo en que esta serie pinta para ser la mas oscura hasta el momento, y no es para menos. Estamos en plena tormenta de los 60’s. Ya en capítulos previos se veían los primeros relámpagos, pero ahora la ruptura es completa. Incluso a nivel familiar y profesional las grietas del viejo orden ya se notan. Mas que una paz tensa, lo que tenemos es una guerra tranquila, hecha de escaramuzas, emboscadas y choques repentinos y breves, tal como el Vietnam que cada vez cobra mas víctimas en el campo y en el frente doméstico. No hace falta mas que ver a Sally Draper y a Pete Campbell que están rápidamente perdiendo el poco respeto que les quedaba por sus mayores y no se ven preocupados por la idea de dejarlos atrás. La secuencia de Betty en el edificio en NY es genial por eso. Creo que es un tema que ahora si va ocupar mucho de la serie: El conflicto entre el establishment y la contracultura. Ya se vieron cara a cara y a ninguno le gustó lo que vió del otro lado.
Vaya que esto se va a poner bueno.
A mi me gusta Mad Men por los actores secundarios. Rescata a mucha gente de los 90 y principios de los 2000. Me encanta porque a mi me educó la tele. Por ejemplo, tienen a la encantadora Julia Ormond que fue la Sabrina de Harrison Ford. Luego, tienen al Sr. Sheffield de la Niñera. O a ¡Alex Mack! (¿recuerdan a Alex Mack?) Y claro, Rory Gilmore. Ahora, a la nada valorada Linda Cardellini (maldigo a Judd Apatow por no darle su película.) Y así, muchos otros actores de películas de adolescentes malísimas; mi favorito es el que ahora es novio de Peggy, que era el hijo perdido de Robin Williams y Billy Crystal en aquella fabulosa comedia acerca de la paternidad. Sí, bueno, por cierto no le entiendo nada a Mad Men. Creo que tengo que leer más.
¡Jajajaja! Cierto. Claro que recuerdo a Alex Mack, fue un shock verla como Cynthia, la esposa de Ken, toda pelo corto y correcta. Para mí, Julia Ormond es Susannah de Legends of the fall, y es ahorita ahorita la más hermosa de Mad men. Más ñoñadas: Jessica Paré salía en una serie que se llamaba Jack & Bobby, que era como un falso documental del futuro presidente de EUA y su hermano. El mayor TAMBIÉN salió en Mad Men, era el copy ese mamón/guapo que Peggy corrió porque le faltó el respeto a Joan. Y el hermano pequeño -el que sería presidente- era Charly de The perks of being a wallflower. Han rescatado a muchos. Para empezar, a Jon Hamm. Sin Mad Men, tanto talento hubiera estado desperdiciado en papeles malos de TV.
Pensé que sólo yo reconocía a Alex Mack jojojo.
Y otra cosa mindblowing es que e libro que está leyendo Don al principio se llama The Inferno.
Basta, es mucho. Lo amo.