Las cárceles elegidas, de Doris Lessing, fue escrito en 1985 (el libro es en realidad una colección de cinco conferencias).

Una parte dice:

Mientras tanto, observamos a las generaciones posteriores que pasan por lo mismo y, sabiendo de lo que somos capaces, tememos por ellas. Tal vez no sea exagerado decir que en estos tiempos de violencia nuestro deseo más benigno y sabio para los jóvenes deba ser: “Esperamos que su periodo de inmersión en la locura de grupo, en la mojigatería de grupo, no coincida con algún periodo de la historia de su país en que puedan poner en práctica sus ideales criminales y estúpidos. Con un poco de buena suerte, saldrán muy mejorados por su experiencia de lo que son capaces de hacer en materia de fanatismo e intolerancia. Comprenderán perfectamente cómo las personas cuerdas, en los periodos de locura pública, pueden asesinar, destruir, mentir y jurar que lo negro es lo blanco.

London riots. La foto es de esta nota en The Guardian.

Otra parte:

Todo Estado depende precisamente de la lealtad apasionada y de la sujeción a la presión de grupo. Desde luego, unos más que otros. El Irán de Jomeini y las sectas extremistas islámicas, así como los países comunistas, se encuentran en un extremo de la escala; países como Noruega, en cuya fiesta nacional los niños, vestidos con atuendos folclóricos, llevan flores, cantan y bailan sin que haya a la vista un solo tanque o un cañón, se encuentran en el otro.

El nacionalismo llevado al extremo: la cara de satisfacción de Anders Behring Breivik, el asesino múltiple de Noruega. Convencido de su deber de rescatar a su nación del multiculturalismo cancerígeno (como Adolfo en su tiempo). La foto es de esta nota de The Telegraph.

Otra:

Puede parecer hoy que las personas aleccionadas para emplear con eficiencia las últimas tecnologías son la élite del mundo; pero a largo plazo creo que las personas preparadas para tener, asimismo, ese punto de vista que solía llamarse humanista -punto de vista a largo plazo, general, contemplativo- serán las que ejerzan mayor influencia. Simplemente porque comprenden más de lo que está ocurriendo en el mundo.

Me lleva a fragmentos del artículo “Ciudad Juarez is all our futures. This is the inevitable war of capitalism gone mad”, de Ed Vulliamy, en The Guardian también.

On the surface, the combatants have the veneer of a cause: control of smuggling routes into the US. But even if this were the full explanation, the cause of drugs places Mexico’s war firmly in our new postideological, postmoral, postpolitical world.

People often ask: why the savagery of Mexico’s war? It is infamous for such inventive perversions as sewing one victim’s flayed face to a soccer ball or hanging decapitated corpses from bridges by the ankles; and innovative torture, such as dipping people into vats of acid so that their limbs evaporate while doctors keep the victim conscious.

I answer tentatively that I think there is a correlation between the causelessness of Mexico’s war and the savagery. The cruelty is in and of the nihilism, the greed for violence reflects the greed for brands, and becomes a brand in itself.

So Mexico’s war is how the future will look, because it belongs not in the 19th century with wars of empire, or the 20th with wars of ideology, race and religion – but utterly in a present to which the global economy is committed, and to a zeitgeist of frenzied materialism we adamantly refuse to temper: it is the inevitable war of capitalism gone mad

No hace falta poner fotos de la violencia del narco.