Entre el 7 y el 11 de octubre de 2002, Ryszard Kapuściński ofreció un taller de periodismo en Buenos Aires, Argentina. El periodista polaco, quizás el mejor de todos cuantos sobreviven actualmente, compila en una voz las lecciones más humanas de periodismo, del Nuevo Periodismo. Precisamente, la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano (Fundación Proa) edita el primero de cinco libros acerca de la experiencia del periodista en los albores del siglo XXI.
Los cinco sentidos del periodista (estar, ver, oír, compartir, pensar) es un libro que se lee como agua. En la lectura, visiblemente compuesta por las charlas de viva voz de Kapuściński, se encuentran las lecciones de humildad y magnanimidad de quien ha recorrido los cinco continentes y ofrece a través de su experiencia la verdadera voz del mundo. Corresponsal de guerra en África, enviado en Asia y América Latina, el periodista polaco ilustra sobre el cazador furtivo que convive y se mimetiza con el ambiente del que escribe, de esa escritura furiosa que sólo puede provenir de la experiencia, la observación y la comprensión de la gente y los hechos; del acto de interpretar el mundo pese a los inconvenientes de la prensa escrita, de la inmediatez de la nota informativa, de la censura y la mass media.
Preocupado por las inquietudes de los jóvenes aspirantes a periodistas, Kapuściński revela los trucos de la profesión, otorga perspectivas a largo plazo respecto a la situación de los medios de comunicación, tanto electrónicos como escritos, y brinda panorámicas realistas sobre la situación política y social del mundo. Conocedor de ese mundo que ha recorrido incansablemente, es revelador en tanto que adquiere el sentido proporcionado de los acontecimientos: no demerita la guerra en Irak, pero habla, en cambio, de la tragedia en Ruanda, del poder antinorteamericano de la nación china, de la guerra de Estados entre Irak e Irán, del encono en el territorio musulmán a causa de las insoslayables diferencias dentro del Islam. Nos dice cómo mirar el mundo, ese cúmulo incansable de sucesos y probabilidades, de etnias y culturas, de conflictos y situaciones.
El periodista de origen polaco, que creció en medio de la guerra y de pronto la encontró como la cosa más natural del mundo, considera la realidad como fuente inagotable de recursos literarios. No por la ficción o importancia dentro de sí, sino por el alcance y la repercusión social. Hombre letrado, leído, viajado, escucharlo hablar debe ser una delicia. Leerlo, por lo menos, resulta el más esclarecedor de los viajes: el sabio de los libros, las observaciones y las experiencias.