Ya me había acostado, pero me desperté en la madrugada. Caminé hasta la sala para ir al baño del cuarto de mis papás, y en la sala me encontré a mi papá y hermana viendo El Piano. Siempre lo recordaré: un dedo amputado, Harvey Keitel tan masculino como siempre, la infante Anna Paquin, y Holly Hunter con un peinado horrible. Me quedé como hipnotizada viendo la película y al voltear, lo juro, junto al sillón estaba mi flamante bicicleta. Era azul y verde. Nunca me di cuenta de quién la puso y eso alimentó mi ilusión durante muchos años.
Con ella fui muy feliz, hasta que me la robaron. En mi siguiente cumpleaños me regalaron otra bicicleta, mucho mejor: era rosa con bolitas de colores y canastilla. Fue mi fiel amiga hasta que llegué a la adolescencia.