Estaba en Oaxaca, en un bar, abstraída en mis pensamientos (tristes, no puedo alejarlos ni en una ciudad hermosa, en un lugar hermoso, con gente brillante).
De pronto, un tipo que buenacopeaba por ahí, dando tumbos mientras sostenía trabajosamente su mezcal, se me acercó de la nada y me dijo:
“Tú eres muy guapa”.
Me puse roja y por un momento formulé un pensamiento consolador, un: “Mira lo que son las cosas, tú tristeas y te das azotes, y esto pasa para demostrarte que no todo está tan mal y…”
Pero antes de terminar mi pensamiento, se volvió a una bella chica junto a mí y dijo:
“Pero ella, ella es guapísima”.
No entendió -sólo una mujer podría hacerlo- qué había en sus palabras que de nuevo me sumió a mis tristes pensamientos, y los atravesó, hasta un lugar más profundo todavía.
Así que me le puse punk. Qué más hacerle.