Voy a escribir esto rápido, conforme mecanografíe. No tengo muchas ganas de pensar. Quería redactar este post ayer, día de mi cumpleaños, pero pasé la mañana trabajando y luego fui a pasar la tarde con mi familia. Llegué a mi vivienda cerca de la medianoche y pensé en escribir, pero no llegaron las ganas. De todos modos, cuando lo publique le pondré de fecha 26 de mayo, para que se sepa que ese es el día de mi cumpleaños. Mi cumpleaños, el enunciado me parece formulado por una voz infantil y narcisista. El ritual por aniversario, el deseo de reconocerse en un día que se instituya en honor de sí, y después las supersticiones, el pensamiento mágico y todo lo demás. A mí personalmente nunca me atrajo mucho la dea de celebrar el día en que mi madre expulsó mi cuerpo de su cuerpo con dolor, y además dicen que llegué un día más tarde de lo programado -siempre tarde- y al nacer me cagué, ¿te das cuenta de esos presagios? Se me arrincona a exclamar: ¡yo no pedí nacer!
Pero bueno, nací. Llegué, el mundo me dio la bienvenida. Y cada 26 de mayo es una luchita, porque la idea de cumplir años mucho no me gusta; el día me causa una ansiedad de muchas aristas. Me… me cansa en esta época de redes sociales el proceso tan mecánico de dar y recibir felicitaciones. Pero luego, cuando llega el día, siempre me da gusto recibir buenos deseos y felicitaciones de personas que aprecio y me aprecian.
Alguien me recordó que hace un año celebré mi cumpleaños en Costa Esmeralda, en Veracruz. A esa vacación me tuve que llevar trabajo. Y la noche anterior no dormí. Y ese día volvíamos a casa. Hacía mucho calor, paramos en una pizzería del pueblo, mi hermano me trajo un Pingüino con una velita. El resto de la tarde, en carretera. Yo era la copiloto. Recuerdo muchas curvas atemorizantes entre la neblina de Veracruz, y su verdor intenso. Cuando me acuerdo de ese día no me acuerdo de que era mi cumpleaños. El día de mi cumpleaños suele perdérseme, aunque no lo que luego me preparo para celebrarlo, que puede no coincidir en fecha. Me he organizado muchas fiestas para celebrarme, y todas han sido peculiares, y las recuerdo con mucho cariño. Pero no es lugar para el recuento.
Sucedió que, al hilar que la vacación a Veracruz coincidió con mi cumpleaños, pude observar un mapa de acontecimientos que claramente (¡ven, claridad!) abrían un ciclo en el último año, lo que me permite profundizar en las investigaciones de mí misma.
Me agota la atención, aunque también me alimenta. El día de mi cumpleaños hay una como obligación de reciprocar toda atención recibida, y encima, ¡encima!, pasársela bien. Pero ayer me levanté y dije: seré optimista.
Pensé que me alocaría más en este post, tenía detalles jugosos pero quizá peligrosos. Percibo un aliento abúlico conforme avanzo. Al final he escrito muchos párrafos que sin miedo y sin avaricia borré de un plumazo. He vuelto en distintos momentos del día a este post, y sólo por eso, porque ya le dediqué demasiado tiempo, lo expulsaré -sin dolor- al mundo.