Un mundo raro

Me angustia el hecho de que Hollywood e industrias hermanas me provean incesantemente de piezas que reúnen, en combinaciones cada vez más estrafalarias y lujosas, a mis actores favoritos. Me los están juntando y eso es emocionante y es magnífico pero sospechoso a veces. Se me manipula con actores o sea con personas, de las que admiro la naturaleza de su oficio como admiro la de los escritores, por ejemplo, actores que por las convenciones o quizá exigencias del medio suelen ser personas pues la neta muy guapas, hombres y mujeres de hermosura cautivante, ¿y qué hago, entonces? A veces, me los juntan románticamente, ¿qué hago, repito? Me parece de mal gusto, que le están robando la magia a algo, que no me están dejando disfrutar de actuaciones en bruto, de actores desconocidos de los que no espero nada, cuyas caras no conozco, pero que luego me conmueven y agitan y marcan más que los otros, es decir mis Daniel Day-Lewises del alma, a quienes sin embargo no dejo de ver como Daniel Day-Lewises siempre, tanto espero y exijo de ellos. Total, ¿qué pretenden, que vea todo? Esta modalidad explotadora de repartos corales (o a veces ni corales, viles duetos de nombres tan brillantes que es imposible apartar los ojos) alcanza expresiones tan abyectas como Wet Hot American Summer: First Day of Camp. Ya estuvo, ya estuvo, daré ejemplos ridiculitos que me pintan de cuerpo completo: apenas salgo de Maps to the Stars y ya está Inherent Vice y Love & Mercy, y de Listen Up Phillip me cuestiono si aguanto Still Alice -dudo, dudo, dudo- y se vienen The Big Short y Carol, y tengo en el torrente, esperándome para cuando termine este apunte, The Overnight, tras enterarme que Louis C.K. estará en Portlandia el próximo año, y pude haber visto Mortdecai pero no lo hice, aunque quisiera, por esos dos hombres y esa hermosa rubia, ¡esos dos hombres y esa rubia que ha sido una de mis chicas siempre, aunque todos la odien!, y hasta Star Wars me dará un gusto a bordo de un X-Wing. Pero no, no, no es que sea incapaz de ver cómo se trata de atraer a las moscas con miel, que las caras y los nombres venden, que la crítica y el periodismo que acompaña a la industria endiosa e idoliza aunque a veces de pronto señale el talento, y que la actuación se disfrute lo mismo, lo sostengo siempre, y que muchos sigan esta premisa y por eso acudan y pues qué mejor y cuál es el problema y en el fondo por supuesto hay dinero, hay uso de cuerpos, hay confección de subjetividades, etcétera etcétera, sólo digo que me angustia, que lo estoy leyendo en clave mística, que es como si algunos de mis deseos exóticos se cumplieran, un mundo así de raro, como si dijeras tus artistas favoritos se juntaran a fabricar -crear, expresar, pensar, interpretar- algo a lo cual tú puedes acceder con intermitencias (pensar que este mes en Buenos Aires se proyectaron en cine películas que vi hace dos años: la chilena Gloria, la penúltima de Terrence Malick; que sin embargo me da otras que luego no tendré, que no todo está en internet, que no todo llega a todo, que el tiempo no da, que qué bueno que no da).

 

Al día siguiente:

No me gustó mucho The Overnight, hay algo falso en ella, algo que no cuaja, algo que abreva del lugar común. Pero me reí un poco. En IMDB, alguien entiende la esencia de este apunte:

Earlier this year, when the trailer to overnight was released, I was sure that I would watch it and it would be awesome, for three reasons: Adam Scott, Jason Schwartzman and the Duplass Brothers. That far I was already sold! Then you got Taylor Schilling and Judith Godrèche, two beautiful and very talented women, in a plot about “swinging”. Shut up and take my money!

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