No es coincidental el hecho de que el subtítulo de Días de Furia, de Marco Lara Klahr, sea “Memorial de violencia, crimen e intolerancia”. Sobre todo porque en el libro –una compilación de reportajes minuciosamente construidos entre 1980 y 2002– se da cuenta de la condición humana en su presentación más cruda: Lara Klahr, periodista de El Universal y El Financiero, convive con violadores, narcotraficantes, asesinos, guerrilleros, comerciantes de fe y altos mandos de la cúpula política sin abandonar jamás su compromiso social de hacer periodismo. Un periodismo desafiante, autónomo y de denuncia, que no por ello es menos vívido o literario, menos escalofriante.
Sí, escalofriante puesto que la rápida revisión de los textos arroja imágenes insoportables de la realidad mexicana. Un país violento, intenso, contradictorio y en perenne embate con sus enfermedades, vicios y hostilidades. En México existe el tráfico clandestino de sangre; el lavado de dinero a gran escala; las sectas religiosas y subyugantes; las cárceles atestadas de pedófilos, suicidas, ladrones y homicidas, que esporádicamente incurren en botines acuáticos. Que, en fin, México está surcado por el conflicto.
El mérito de Marco Lara Klahr, y aún del libro, es el de presentar los hechos desnudos, objetivos; ofrecer una perspectiva que aún hoy –a ciertos años de distancia– parece tanto más realista e inmediata en tanto que el paso del tiempo no hace sino evidenciar lo que sólo un periodista como Lara Klahr pudo anticipar y exhibir en su momento. Es decir, personajes y figuras políticas desmenuzadas en sus páginas son aún “material periodístico” de la más alta factura y aún hoy modifican y transforman el destino de México como actores sociales que son.
La virtud de una obra periodística no es encapsular la novedad y reducirla en sus propios límites de caducidad e interés público. La virtud es lograr interpretar una realidad ineludible y asentar sus características de modo que aún años después resulten insoslayables, irrevocables; esto es lo que hace Lara Klahr en Días de Furia.
Pero además de la conciencia social que impone e ilustra, el autor es vehemente y hábil con su pluma. Recrea atmósferas, construye personajes, sitúa hechos exactos en lugares y tiempo que pueden ser fácilmente identificados por el lector. Basta citar la prodigiosa entrevista, en plena selva lacandona, a un subcomandante Marcos rebosante de confianza y misticismo. La precisión con que Marco Lara Klahr delimita el momento, la delicadeza en los detalles, la contundencia de sus afirmaciones… eso es lo que hace a un buen periodista.
También lo hace el hecho de que exhiba una sociedad consumida por la fe ciega e ignorante, el afán inverosímil de consumismo, el analfabetismo, el tráfico ilegal de bienes, drogas, armas. Qué mejor radiografía del México contemporáneo que la presentada por Klahr… y que sólo pudo ser conocida como el memorial de violencia, crimen e intolerancia.