Estábamos el viernes en el cumpleaños de Leti Gasca, platicando sobre las elecciones, por supuesto. Todos los temas surgieron. La idea de que Peña Nieto no lo hará tan mal al principio y que la gente eventualmente pensará que no está tan mal. Lo peligroso que es esto. Jordy lo dijo con preocupación. Me preocupé. Pero también vimos el lado positivo. De cómo el futuro de Ebrard tendría que ser la idea de unificar las izquierdas. Lo imaginé con una misión. Las izquierdas son en el anillo y la unificación es Mordor. Nos reímos.
Luego, el reportaje de Guillermo Osorno en Gatopardo sobre Ebrard. Esta parte:
—Hagamos una conformación política lo más alejada posible de la vida cotidiana del partido, de sus consejeros, de sus grupos, para poder atraer a un sector muy importante que está afuera, a los colectivos de centro-izquierda, que nunca van a ir al PRD, ni a otro partido —me dijo Ebrard—. Me gustaría mucho hacer en México algo como lo que hizo Uruguay, ¿por qué Uruguay? Porque lo he visto, funciona muy bien, tienen muy buenos resultados vis-à-vis con otras ideas políticas, ¿por qué no?
Actualmente, en Uruguay gobierna el Frente Amplio, que es una coalición de partidos de izquierda que abarca desde las corrientes más tradicionales hasta las agendas de derechos humanos más radicales, como los que abogan por la muerte asistida o los matrimonios del mismo sexo.
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Esa noche estábamos en el balcón, en la Nápoles, en un séptimo piso. La ciudad era como un lienzo. Estaba ahí. Y me dio risa, pero también me inspiró, cuando Jordy dijo: “Ay, DF, te quiero abrazar”.